Caminando sin prisa, casi por casualidad me dijo:
“¿Entonces? Ponéis una inyección y os vais. No parece muy complicado”
“Cierto, dicho así parece incluso aburridamente sencillo. Pero no, no es así”
Quise en ese momento poder transmitir mi magia. Poder descubrir la multitud de vetas de luz que alcanzas, cuando te asomas al límite de la vida. Porque te asomas. La ciencia a veces nos oculta la belleza de nuestra esencia. Y ves tu serendipia.
Entre luces y cables, rostros ocultos y charlas de cotidianeidad llegas tal y como viniste al mundo. Vienes para recuperar algo que perdiste, y que será efímero, porque al final se agotará. Pero no hoy. Vas a viajar. Trataré de desconectarte, sin llegar a soltarte, para poder trabajar en esta hermosa envoltura que se nos ha dado. Por los caminos de la vida, esos ríos que te bañan por dentro, llegaré donde me lleves. Quiero dormirte, que sueñes. Pero además te robaré el dolor, me lo quedaré y lo ocultaré hasta que desaparezca.
Son pasos que miran a las estrellas, resuenan al ritmo de tu vida, y al comenzar…tu dejarás de respirar. Yo te daré tu aliento. Si te falto, te vas.
A partir de ese momento, dos latidos confluyen. El tuyo que me guía por el camino, el mío que trémulo siente lo que tu sientes.
Eso hago, a diario.
Yo te aliento, tú lates.